“En la infancia deben cultivarse preferentemente los sentimientos de independencia y dignidad” José Martí.
En español Cisne Negro, es el título de la película que me sembró la inspiración para este mensaje; una buena película sin duda, vista desde mis ojos, sin saber mucho de cine y utilizando como principal elemento calificador lo entretenida que estuve frente a la pantalla y lo conmovida que quede con la historia.
Indiscutiblemente una buena historia, muy bien contada que logro meterme un poco en la piel de la protagonista, sus ansiedades, angustias y sueños terminaron llevándome en sus viajes mentales y envolviéndome en este tenebroso cuento de hadas, visto desde el ballet. No voy a contar la historia, pues les dejo la curiosidad para que se animen a verla; lo que si les voy a decir es que desde la asfixiante relación de la protagonista con su madre, me quedan muchas reflexiones, aprovechando mi inexplorada maternidad. Y es que sentirse madre desde el primer día es un gran paso, muy grande, pero es más grande aún el camino que nos queda por delante, lleno de pasajes desconocidos y empinados peldaños en los que nos aventuramos con la brújula de la intuición y ese interminable amor que se siente por un hijo.
La madre de esta historia se parece a muchas, a esas madres que van por la vida arrastrando las maletas de sus frustraciones, que quedan atadas de pies y manos al olvido y perseguidas por su soledad, esas madres que encuentran en la vida de sus hijos la oportunidad de su realización y terminan, ahogando su carácter y dignidad en relaciones enfermizas, castrantes y autoritarias, en las que disfrazan con amor y buenas intenciones que son capaces de todo por sus pequeños… Esa madre no quiero ser!
Es muy fácil confundirse en el camino, sobre todo porque para ellos siempre se quiere lo mejor y que más puede ser mejor que lo que alguna vez soñamos para nosotros… los viajes que no hicimos, los idiomas que no aprendimos, etc.. etc. Lo importante aquí es entender que antes que madres somos mujeres, con sentimientos y anhelos propios, incluso muchos ni siquiera maternales; la idea es no pasarnos a segundo plano, seguir cultivando nuestro espíritu y hacer realidad nuestros sueños, aunque estos tengan que cambiar dramáticamente, pues probablemente en este momento no sea buena idea esa viaje a Europa “mochiliando” con Luciana.
Por ahora seguiré adelante con mi pensar, sobre todo poniéndole claro a mi pequeña que somos ella y YO también, que no solo sus deseos y caprichos serán importantes y que muchas veces serán los míos los que se cumplan primero que los de ella; y desde luego enseñándole a prescindir de mi, a cultivar su independencia y sensatez para que sepa marcar su norte, teniendo siempre en cuenta que cuenta conmigo y mi apoyo indiscutible.
Que bello, que lindo suena cuando lo re-leo, es ahora mi sueño, el que quiero hacer realidad.