jueves, 11 de agosto de 2011

Renunciemos Tod@s

“…el empleo de la fuerza en los hombres continúa siendo un elemento cultural para auto validarse como tales, con el fin de: controlar la desobediencia o las ofensas por parte de sus parejas o de sus hijos…”  Myriam Jimeno, Antropóloga.
En el caso del “Bolillo” hay muchos elementos en juego,  el hombre ha pasado a ser un villano, independientemente de su desempeño como director técnico de la selección, tema del cual no hablaré porque no sé nada de futbol, realmente no distingo un gol de un golazo. Pero si ha sido aprovechado a través del show mediático que surgió en torno al suceso para pedir como sanción su renuncia. 
El caso ha tomado una dimensión nacional, y aprovechamos para hablar del feminismo, del machismo, de los derechos de la mujer y del maltrato.  Hay voces que lo atacan y otras que lo defienden, incluso ahora también está en el banquillo la senadora que desde una óptica antiséptica con su género ha tratado de argumentar objetivamente las razones de la reacción del “Bolillo”.
Desde mi punto de vista el problema no es si el “Bolillo” estaba prendido y reacciono así por efectos del alcohol, si la víctima se lo merecía, si debería renunciar o si lo deberían despedir, el problema es que hicimos de esto un escándalo y perdimos el foco, el problema es que la mujer que golpeó el bolillo no fue la única maltratada esa noche, el problema es que somos intolerantes y queremos arreglar las cosas a golpes.
En nuestra cultura llena de doble moral, mientras Bavaria patrocina la selección y entretiene a sus consumidores (quienes probablemente después son agresores) aprovecha y apoyándose en los discursos feministas que condenan el hecho para decirle que considere su renuncia y mientras tanto los que dirigen el futbol en nuestro país no saben si aceptarán su renuncia:  Perdimos el Foco!
No estoy en contra del “Bolillo” pero no justifico su actitud, la disculpa perfecta para los machos maltratadores que reducen la dignidad de las mujeres a golpes no puede seguir siendo unas copas de más.  Lo que francamente me disgusta de todo este episodio es que empezamos en un gesto de solidaridad con la víctima a condenar el maltrato y terminamos en una indecisión frente al tema de si debería continuar o no como director de la selección Colombia.  El problema no era ese.
El tema del maltrato es tan complejo, que la victima de este no ha dado la cara, mucho se ha dicho de ella, pero ella no ha opinado, no tengo la certeza de que haya puesto una denuncia o haya contado su versión en alguno de los medios.  Denunciar el maltrato requiere valor para enfrentar la vergüenza que produce y la condena que socialmente implica, pues no faltan comentarios machistas, feministas y poco femeninos que ponen en entredicho a la persona desde su humanidad, no falta quien la censura preguntándole, “porqué se dejó?”, o desaprueben su silencio argumentando “por algo será que le pegaron”, “quien sabe que habrá hecho”.  Muchas mujeres son maltratadas por su pareja, situación que me parece aún más difícil, porque hemos sido testigos con casos como el de la mujer de Barranquilla, que el único amor que se mata a golpes es el amor propio, pues muchas permanecen al lado de su agresor, lo disculpan y envuelven el hecho en un manto de olvido, olvidando incluso sus derechos y mecanismos de acabar con el maltrato.
Afortunadamente para el “Bolillo” en nuestra mala memoria, el hecho pasara rápido y el caso será contado como uno más en las estadísticas de maltrato hacia la mujer, desafortunadamente para la historia de las mujeres del mundo entero, estaremos pecando nuevamente por omisión, por preferir el silencio y con él asumir una conducta obediente, con escasas posibilidades de elegir.   Si el “Bolillo” no renuncia, renunciemos nosotros a la intolerancia, al maltrato, al silencio.

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