martes, 8 de diciembre de 2015

Gracias Ma!

Hace 14 años no quería encender ni una vela, para mi era como si todas se hubieran apagado con tu partida, la tristeza se apoderó de mi sonrisa y no bastaba la tradición de la familia reunida para llenar el vacío que quedó en mi corazón.  

Cada año me fui acostumbrando a tu ausencia, en medio de luces y celebraciones la desolación  fue tomando un sabor de nostalgia que hacía más llevaderas las cosas y hasta las sonrisas que se dibujaron en mi cara fueron en tu nombre, por todo lo que me enseñaste.


Hoy maravillada por el sentido de la vida, escribo agradecida, no hay un día en el que no te piense o te recuerde, en el que lleguen a mi memoria tus enseñanzas, desde una receta hasta la forma de reprender a Luciana – Lo hago con tus mismas frases –  tal vez por eso concluyo que la ausencia se cura con recuerdos y que es en ellos donde se queda el amor, hasta en los más felices aparecen las lagrimas inevitables por la emoción;  ahora que soy mamá procuro dejar en Luciana recuerdos, felices y edificantes para que llenen su vida cuando sea necesario, anoche cuando encendíamos las velas la vi dando gracias y pidiendo que la luz ilumine nuestros días, me vi contemplando ese momento, deleitada por la magia y te vi en mi, en la mamá que soy,  que pone naturalmente en lo cotidiano y en lo particular el toque para la posteridad, Gracias mamá por cada café que llevaste a mi cama, para regalarme un día diferente cada día, es así como cada mañana te recuerdo, con mi café y una sonrisa, dispuesta a vivir un momento siempre especial, te amo hasta el cielo Ma.

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